martes, 7 de abril de 2009

¿POR QUÉ NO TE CALLAS? Por Pepe Vegazo.




Me sucedió el sábado por la noche, y tengo testigos de que allí no hubo un altercado público por cuestión de segundos, y tengo asumido que me pasará más veces a lo largo de la Semana Santa, así que lo digo ahora por si pudiéramos entre todos evitarlo. Te lo digo bien claro, a ti que llevas el móvil colgado de la oreja mientras una saeta rompe el silencio de la noche. Bueno, la saeta, y tu móvil, claro. Los dos rompéis el silencio de la noche. Así que te lo digo bien claro. Me importa poquísimo lo que le tengas que decir por teléfono a tu hija.
No me interesa en absoluto los problemas que tenga con el agua caliente mientras se maquilla para irse de marcha con las amigas, ni sus problemas con su churri que ahora te quiere contar a ti. Me importa más bien poco que luego quieras contarle al padre de la criatura que la niña, fíjate Manolo, se ha pintado los ojos de color claro esta noche. Es que no es mi problema. Mi problema es que tú estás estropeando un momento único e irrepetible, que siempre recordaré por tu conversación, en lugar de por la palillera de la Banda de Valme mientras un quejío desgranaba la letra de una preciosa saeta.
Tampoco me importa lo que tú, que tocas en una banda de la ciudad, has tenido que soportar el Viernes de Dolores en una de las mil procesiones apócrifas que andan sueltas por ahí. De hecho, quizá no deberías haber ido ni a tocar, querido. Pero claro, vas, te cabreas, y encima se lo cuentas a tus amigos a voz en grito en una callecita estrecha mientras llega lo mejor de Presentado a Sevilla. Así que me fui. Pero lo suyo, hubiera sido que te hubieras ido tú...
O que hubiera habido un altercado público. Idiota.
(Artíclo publicado en LA VOZ, el 6 de abril de 2009)

No hay comentarios: